sábado, 7 de febrero de 2009

Proyecto Brecht

Proyecto Brecht

Teatro Babilonia Guardia Vieja 3360.
Artistas: Alejandra Alzibar, Ignacio Apolo, Marcelo Bertuccio, Rita Cosentino, Fernando Costa, Laura Couto, Javier Daulte, Elsa Drucaroff, Matías Feldman, Marcela Ferradás, Soledad García Valiño, Diana Griot, Iván Horowicz, Isol, Alicia Leloutre, Alejandro Le Roux, Anahí Martella, Marta Paccamaci, Pablo Perera, Oria Puppo, Edgardo Rudnitzky, Patricia Sánchez, Rafael Spregelburd, Pablo Szapiro, Luciano Suardi, Rubén Szuchmacher, Alejandro Tantanian, Anabel Vanoni, Federico Zypce.


Bajo la cita de Heiner Müller “ Utilizar a Brecht sin criticarlo es traición”, un grupo de artistas ha decidido disponer del espacio del teatro Babilonia para homenajear a Bertolt Brecht.
Directores, actores, dramaturgos, cantantes, músicos y artistas plásticos se han reunido desde la diversidad de su discurso para manifestar, cada cual a su modo y desde su mirada, el universo brechtiano.
El resultado es un espectáculo plagado de matices y de formas diferentes de leer a Brecht. Cada director opina a Brecht desde un estilo que le es propio, tomando para cada caso no solo sus textos dramáticos sino también sus poemas, sus textos teóricos, políticos y narrativos
La música atraviesa de manera contundente la mayor parte del espectáculo a cargo del cuarteto formado por Fernando Costa en percusión, Diana Griot en cello, Pablo Perera en piano, Pablo Szapiro en clarinete y las voces de Alejandro Tantanián e Isol, que interpretan de manera personal y rescatando el espíritu brechtiano, un repertorio con versos del autor homenajeado y cuyas letras han sido musicalizadas por Kurt Weill y Hanns Eisler.
Más allá de la heterogeneidad de los artistas convocados, es homogénea la calidad del espectáculo, donde cada uno crea un clima de una visual sobrio, aportando significados potentes y donde el único protagonista es Brecht.
Cabe destacar los temas que interepreta Isol junto al músico Federico Zypce y el cuadro de Alejandro Tantanián que dirige Rubén Szuchmacher; como también la labor de Rafael Spregelburd y Matías Feldman en Diario de trabajo con dirección de Spregelburd y Formación de cuadros revolucionarios con dirección de Ignacio Apolo.
Bertold Brecht nació en Ausburgo, Baviera en 1896 y murió en Berlín en 1956. El hecho de ser reclutado como enfermero en la segunda guerra mundial lo llevó a vivenciar los horrores de la guerra desde cerca. Este hecho generó en él una postura cuestionadora de la sociedad y su abandono de la medicina para dedicarse a lo que era su vocación: la escritura. Su propuesta de teatro épico innovó la escena mundial. Brecht consideraba que el propósito del teatro es ejercer una función didáctica, creía que se debía utilizar el teatro para incitar al hombre a la acción. El público no debe identificarse emocionalmente con la representación, sino adoptar una actitud de crítica, para Brecht, el teatro debe comprometerse con la realidad. Quería que el público estuviera siempre consciente de que estaba en un teatro y los procedimientos que se utilizan son para dar cuenta de este fenómeno: actores que hablan a los espectadores directamente, luz blanca, telones a medio correr que dejan ver el fondo del escenario... a este efecto Brecht denomina verfremdung, distanciamiento.
No sólo el teatro se nutrió de Brecht sino también la poesía y sobre todo se destacó por ser un gran pensador. La esencia de estos pensamientos, su alma, su efecto, invade acertadamente Proyecto Brecht.

SPREE/ DE LA PLATA/ SPREE
(El siguiente texto pertenece a Alejandro Tantanian y fue extraído del programa de mano del espectáculo Proyecto Brecht.)
Un efecto se reconoce en el tiempo. Algo produce un efecto. O alguien.
Brecht llega a la Argentina en la década del 50. Brecht se baja de un barco. Aquí, a pocos metros. Observa a izquierda y derecha, reconoce el terreno. En algún lugar escucha a alguien hablar en su idioma. Camina. Entra en algún espacio desconnocido. Trae bajo la ropa algunos textos. Clandestinamente los reparte. Los da a conocer. Algunos hombres y mujeres se suben a los escenarios y deciden proclamar aquellas palabras, hacerlas suyas, encarnarlas. Brecht se oculta entre cajas. Dirige en silencio aquella orquesta extranjera. Nada sabe de estas tierras, poco del lenguaje que aquí se habla. Se divierte, sin embargo. Cree haber dejado alguna huella. Desanda sus pasos. Llega al puerto, se sube a un idéntico barco y piensa en el Spree. Piensa, mirando el mar, en el río que bordea su sala allí en Berlín. Llega a destino. En sus textos hará una referencia única a este país. Nadie sabrá de su secreta incursión en la ciudad de Buenos Aires. Cuando sus colegas y amigos lean aquella referencia en sus textos, situarán ese espacio en algún lugar de sconocido del orbe. Decir Argentina es como decir África. Sin embargo, Brecht sabrá para sí que estuvo en aquel confín del mundo y que aquella visita, seguramente, habrá producido algún efecto.
Después, algunos años después, Brecht se muere.
Y aquí, aquellos hombres que bien lo conocieron, deciden seguir rindiendo homenaje a aquella extraña visita. Son tiempos de dura política y aquellas palabras que Brecht trajo bajo sus ropas, parecían hablar de todo lo que aquí sucedía. Brecht obliga a pensar. Brecht le pide al espectador que abandone esa cómoda posición del que especta para transformarse en actor. Brecht le pide al actor que abandone su ego y coloque la palabra y la reflexión por delante de su cuerpo. Brecht no se olvida de la comedia. Ni de las barracas. Ni de los cómicos de la feria. Ni de los horrores. Ni de las miserias. Brecht piensa que es posible escribir después de Auschwitz, pero que para poder hacerlo debemos conocer nuestro suelo, y nuestro suelo está plagado de cadáveres. Brecht bebe en el lenguaje de la Biblia traducida por Lutero, en los pasos de la comedia de Karl Valentin, en la poesía de Rimabud. Brecht intenta quitar los escombros del sótano sin dañar el edificio nuevo que se está construyendo. Brecht, esencialmente, vive su época. Y por ella se interesa.
He aquí el efecto. Sin embargo, cada sujeto percibe de distinta manera un amanecer. He aquí el efecto Brecht. No hay una forma de hacer Brecht. Como no hay una forma de levantarse de la cama. Somos seres entregados a la pasión de un hombre. Y nada más subjetivo que una pasión.
Heiner Müller dice: “ Utilizar a Brecht sin criticarlo es traición.” He aquí la crítica. Aquí las miradas. Los diversos efectos de aquella visita...


Ileana Vera Levy

No hay comentarios:

Publicar un comentario